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sábado, 14 de noviembre de 2015
Camino a Zion I
Hace un par de semanas tomé la decisión de no aceptar más encargos a menos que sean algo muy especial o que me apetezca sobremanera. La decisión vino motivada por un largo año un poco cuesta arriba con la pasta y el tiempo, escaseando ambos a partes iguales.
Decidido a conseguir algo de dinero rápido empecé a aceptar prácticamente todos los encargos, al precio que fuera, un precio que he acabado pagando en exceso. También hay que decir que por mi forma de ser me cuesta decir que no y que me ilusiono, quizás demasiado, con algunos encargos porque debe ser que tiendo a idealizar a la gente.
La gente puede que sea genial y maravillosa, pero de cañas. Cuando se convierte en cliente la gente se vuelve un poco irrespetuosa por decirlo sin ofender. De hecho, este post puede resultar un tanto ofensivo a alguna gente que en algún momento me ha pedido un trabajo, pagado o no.
Tomé la decisión cuando le dije a mi becario "A ver si llego pronto a casa, recojo, pongo lavadoras, limpio la cocina..." y me interrumpió y me dijo que llevaba dos semanas diciendo lo mismo cada día, que cómo es que aún no lo había hecho. Me quedé un poco en blanco y le expliqué que llego a casa sobre las 8 y que normalmente estoy currando desde que llego hasta la 1 o las 2 de la mañana, que tengo el tiempo justo de hablar con mi chica y si tal pedir algo de cena para comer mientras avanzo y que no me da tiempo ni a leer antes de dormir.
Me aterroriza la pregunta típica de "¿Has visto tal o cual serie?" porque mi respuesta es siempre la misma; "No tío, no veo series ni pelis, no me da tiempo". Lo cierto es que a veces veo algo, 15 minutos. Y por insistencia de un colega y de Coolbeat empecé DareDevil, un cómic que me flipa, especialmente el arco argumental de Frank Miller y el de Elektra. La serie me encantó, pero creo que en el tercer capítulo algo me hizo crock. Wilson Fisk parado frente a una obra abstracta en una galería a la que es asiduo, totalmente empantallado ante el lienzo "Rabbit in a snowstorm". Puede parecer una ahorrada, pero en ese momento me colmó el vaso, me di cuenta de que me estaba perdiendo una enorme cantidad de cosas interesantes por el mero hecho de pasar por el aro de los encargos y las exigencias del cliente de turno una y otra y otra y otra vez. Y ahi dije, se acabó. Por supuesto, hay gente que me ha contratado y me he tratado con el máximo respeto, entendiendo los tiempos y sin exigir. Sobre todo la gente del norte, con tiempos amplios y aceptando mi situación. Para ellos un amor, saben quienes son.
Durante los últimos meses mi situación como freelance a pasado de marrón a oscuro, de ganar un bronce con una ilustración para Esquire por la que mi directora de arte preferida (que ya no trabaja allí ni recibió el mérito que se merecía por nuestro premio) me avisó que tenía menos presupuesto a ver a una treintena de personas criticar gratuitamente una portada para Cinemanía. Al actual director de arte de Esquire, que pasó de mí hasta que llegó el bronce le di las gracias por avisarme (cuando ya lo había publicado yo en mi cuenta de IG) y a los que se dedicaron a, literalmente, destrozar mi portada de Cinemanía les escribí uno a uno diciéndoles que sentía si mi esfuerzo no había estado a la altura de sus expectativas de la revista. Esto me hizo plantearme por un lado qué sentido tiene criticar con tan mala ostia el trabajo de alguien, si sabían las condiciones en la que lo tuve que hacer (72 horas, presupuesto rebajado, cambios sobre mi primera línea, materiales muy escasos y mandatorios del jefe) y por último si eran conscientes de que tanto la directora de arte que me contrató como yo podíamos salir perjudicados con sus opiniones. Lo más gracioso fue que había un fan de AW entre los críticos que me respondió...
También he tenido en estatus 3 carteles por menos de lo que cuesta 1. Estos carteles, además de hacer 3 versiones totalmente diferentes que pasaron sin pena ni gloria por la trituradora de la opinión, sufrieron una infinidad de cambios. De esos cambios que nunca deberías hacerle a un director de arte profesional, de esos cambios que en un estudio se cobran aparte. Tuve que pedir (y me cuesta horrores pedir algo) un adelanto de la escasa pasta porque no llegaba a fin de mes y además de los carteles se me ocurrió la genial idea de preparar unas 8 versiones adaptadas a tamaño y formato para las distintas redes sociales. La respuesta fue algo así como "he tenido que hacer un esfuerzo económico y pagarlo de mi bolsillo". No sé, igual cobrar un 30% por adelantado es algo demasiado atrevido para alguien como yo, que lleva 11 años en esto y tiene ya lo que viene siendo un buen CV. Al poco, el mismo colega me pidió algo que jamás había escuchado; alquilar una ilustración para un cartel. Esto viene siendo, pagar la voluntad por usar una ilustración ya hecha. Como no me terminaba de convencer la idea de que algún desconocido tuviera mis editables le ofrecí hacerlo gratis a cambio de un par de cervezas en el evento en cuestión (que me pilló en Málaga) y meter yo los textos. De nuevo una genial idea por mi parte... No mucho tiempo más tarde, y con el segundo de los tres carteles aún en lista de estatus como "Pendiente", me llegó una tercera propuesta; pintar en vivo en un evento. Un evento en el que se cobra entrada pero iba destinado a un fin benéfico. Ok, llevo años colaborando siempre que puedo con ONGs, he donado mucha obra y tiempo y lo estoy haciendo este mismo mes en Arena. El problema viene cuando las condiciones del live painting empiezan a ser cada vez más complicadas y alejadas de lo que suelo hacer. Al final salió bien, menos mal. Con el segundo cartel se repitieron los cambios y lo que empezaban a ser cortocircuitos en mi sistema motriz. Léase, cambios por la mañana via mail y Whattsapp (Hozone ya me ha dicho que ni se me ocurra volver a cerrar por Whattsapp...), mi respuesta habitual de "Cuando llegue de la oficina te paso cosas" y la chispa: llegar a casa, no ponerme ni cómodo, encender el ordenador y el móvil mostrando una notificación de "no te olvides del cartel"... A mi estas cosas me están jodiendo el karma a pasos agigantados. Más cambios, volvemos a una de las primeras opciones, textos que hay que incluir y luego eliminar y segundo round listo. Estoy esperando el tercero, pero promete...
Más o menos en el mismo marco espacio tiempo me llega un encargo de una tienda online que venden algunas de mis ilustraciones y en el que tengo abiertas comisiones. El encargo es cuanto menos, bizarro, pero parece un precio decente y ellos corren con la comunicación, los tiempos y la producción, lo que me quita un par de problemas y me asegura un poco de tiempo para trabajar. Lo jodido viene cuando tengo que enviar por tercera vez el número de cuenta, un vídeo que tuve la genial idea de ofrecerme a enviar (y que se perdió) y llega acompañado de una petición extra gratuita de una película que me encanta y que se estrena en breves. Por aquello de montar la ola...
El último encargo empieza con un par de diseños de camisetas, se tuerce en un logotipo (la diferencia es de más de 1.000€ y un mes de curro) y acaba en un mar de cambios, cambios, cambios y más cambios que aún hoy he hecho, exigencias y mensajes mientras estoy en Kase.O, The Cat Empire, los Premios Eficacia, una formación interna de la oficina y una master class con los chicos de mi universidad. Son cosas que para alguien pueden pasar por nimiedades pero que cuando te das cuenta de que no puedes desconectar en ningún momento se vuelven algo bastante hirientes para uno. Por si fuera poco, además de llegar a sentirme incluso humillado a base de exigencias, con el pago aún pendiente, vuelvo a ser un auténtico GENIO y preparo una imagen en 3D para apoyar la venta. Y aún se me exige que prepare esos materiales en alta para que lo puedan usar en distintas formas. Pero es no es lo peor, lo peor es que empleé un tiempo precioso en hacer unas adaptaciones para que el diseño saliera bien en la plancha de las camisetas. Esas planchas ni se llegaron a hacer, quedando el diseño mal, y encima tuve que preparar ayer el visual para la tienda. Cuando pude ver en directo al cliente, me regaló esa camiseta de 4 modelos que había correctos. Esa puta camiseta. La que estaba mal. Ni siquiera en vinilo. Y yo, que soy muy listo. Compré uno de sus productos y le pedí que lo dedicara a la chica que me gusta.
Para colmo, y viéndome ya con algo de tiempo, me escribe la mujer de un colega para pedirme que diseñe un tablero para una mesa de juego de 40 cartas, con diferentes ilustraciones, más logo, más las cartas... Y a los dos días me escribe su marido para pedirme que le pase un tema que se ha grabado a Elpho para que se lo haga llegar a Sicario, con el añadido de "No es coña eh?". Ya. Ya sé que no es cosa. Si eso es lo peor de todo.
Y por último, ayer, justo antes de empezar a escribir estas líneas, subo a Instagram una ilustración de Dracula, y el marido de mi primo me exige etiquetándome en una foto de mi primo que les tengo que llevar algo para poner en su pared, que tienen muchos cuadros pero nada mío...
Con esta enorme sarta de disparates quiero que si algún diseñador, copy, ilustrador, etc, entienda que llevo 11 años como AW, que he hecho casi de todo, que he ganado premios y dado clases, y que a día de hoy, con 31 me siento estúpido por haber dejado mi trabajo desvalorado y desprotegido. Si os veis en la misma situación que yo, aprended de mis errores, aprended a decir que no, a pedir un precio justo y con lo que corresponda por adelantado, haced que firmen una cláusula para cambios o tiempos de entrega, pedid que confíen en vuestro criterio, que por eso os elijen. Pero sobre todo entended una cosa: las Air Force One que te compres con el salario que cobres te las van a cobrar al precio que tienen, por lo que a tí te tienen que pagar el precio que tu trabajo merece.
Y es que AW nació como forma de expresión y es mi huerto interior, mi pequeño jardín de arena para hacer lo que me sale de dentro, sin importar si gusta o no, porque lo hago para mi y para nadie más. Y no estoy dispuesto a pervertir, deformar ni prostituir a mi niño interior.
Keep your heads up y que no te joda Babilonia.
One love
-T
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